Cuando
somos jóvenes tenemos la cabeza repleta de sueños. No nos planteamos que sean
inalcanzables, simplemente nos consideramos demasiado jóvenes para poder
hacerlos en ese momento y quedan para después.
Poco a poco nos incorporamos al mercado laboral, creamos
una familia y entramos en una espiral que nos hace dejar atrás los sueños
pendientes. A mitad de nuestra vida se nos hace difícil aceptar que ya hemos
recorrido buena parte del camino y que aún nos quedan muchos sueños
incumplidos.
Entonces pensamos que cuando nos jubilemos tendremos tiempo para
poner en marcha algunos de estos sueños.
Pero cuando llegamos a la jubilación, no tenemos la
suficiente valentía ni la fuerza para ponerlos en marcha. Estamos cansados de
trabajar durante 40 años. Es hora de descansar. Tampoco queda mucho tiempo.
¿Dónde se quedaron tus sueños?
¿Siguen apuntados en aquella
vieja libreta?
¿Te
acosan alguna noche mientras duermes?
¿Qué es realmente lo que quieres hacer?
Esta es una buena pregunta. Y necesita su reflexión.
Se trata de lo que tú deseas, de tus sueños, no los de los demás.
Quizás para hacerlos realidad necesitas menos de lo que imaginas.
Muchas de las cosas que tienes te pueden servir, otras están de más. Pero nada
es demasiado complicado si de verdad es lo que deseas. Al menos lo habrás
intentado, y además puedes disfrutar por el camino.
Un viaje, un cambio de residencia, una nueva
profesión, pintar, navegar, una reunión familiar, una empresa, una pareja o un
hijo. Todos estos sueños empiezan con un primer paso: idear la manera de
conseguirlos.
Y no estas solo/a para lograrlo.
No dejes que pasen los
años. Persigue tus sueños y elige tu PORQUE.
Os dejo este breve
video como motivación.
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